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De la prensa: As? se tomaron La Torre de EMCALI Print
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Bulletin archive - Bulletin Issue4 SPECIAL EDITION January 2002
Monday, 08 September 2008 17:53
Este articulo notable apereció en la edición de El Pais d Enero 06 de 2002. Hay que tomar en cuenta que desde hace años el periodico ha asumido un actitud muy al contrario de SINTRAEMCALI y los intereses de los obreros a salvar la empresa.

La ocupación del edificio de las Empresas Municipales había sido cuidadosamente preparada tres meses atrás. Ningún detalle se dejó al azar.

De manera intempestiva y en pleno mediodía del 25 de diciembre, irrumpieron en los parqueaderos internos de la torre de Empresas Municipales de Cali todos los integrantes de la Junta Directiva del Sindicato de Trabajadores. Hasta entonces, nada parecía extraño, pues por disposición de la convención colectiva, todos los directivos sindicales tienen libre acceso a las dependencias de la empresa a cualquier hora del día o de la noche.

Por eso, sin mayores reparos, los guardas de seguridad responsables de custodiar el edificio les permitieron la entrada a pesar que de que ese día se celebraba la Pascua de Navidad. Casi que de inmediato se agolparon en las puertas de entrada centenares de trabajadores adscritos a las plantas de Navarro, Río Cali, Río Cauca, la Ptar, Diesel I y II, Colón, San Fernando y Versalles. Fue entonces cuando los guardas fueron prácticamente relevados de sus puestos y los trabajadores asumieron el control de la edificación. Así se iniciaba la toma del edificio administrativo de Emcali que hoy completa trece días.

Los sindicalistas ya tenían preparada la toma de las más importantes dependencias de la empresa. Sin embargo, cuando se enteraron de que el 24 de diciembre el Ejército había reforzado la vigilancia de las principales plantas de la empresa, la sede administrativa se convirtió en el objetivo único.

La llegada del primer camión cargado de soldados a la planta de acueducto de Puerto Mallarino, en plena Nochebuena, les indicó a los trabajadores de turno que algo se estaba gestando en relación con Emcali. De inmediato se activó el plan de contingencia diseñado tres meses atrás por la organización sindical, para responder a cualquier decisión del Gobierno Nacional sobre el futuro de la empresa.

Cada uno de los obreros tenía conocimiento pleno de lo que debía hacer ante esa clase de situaciones: asumir el control de las puertas de acceso, activar el sistema interno de comunicaciones y garantizar presencia permanente en los sitios y sectores de mayor vulnerabilidad de cada una de las plantas. Sin embargo, los puntos de ingreso a las plantas fueron cubiertos rápidamente por el Ejército.

La mañana del 24 de diciembre el Avantel del presidente del sindicato, Alexánder López, no dejó de repicar. En menos de 20 minutos se tuvo reporte de la situación en cada una de las edificaciones. Faltaba verificar la situación del edificio donde funciona el área administrativa de Emcali en el CAM. Curiosamente, allí no había presencia de efectivos militares a pesar de que en la Administración Municipal había inquietud y se sabía que algo se estaba gestando.

Incluso se escuchó a un alto funcionario del Municipio manifestar: "el problema no es nuestro. Si quieren militarizar el CAM que lo haga el Gobierno, al fin y al cabo Emcali está en sus manos".

Pero el Sindicato sí movió rapidamente sus fichas. "Nos van a joder si no actuamos pronto", les dijo por su parte Alexánder López a los restantes nueve integrantes de la Junta Directiva de Sintraemcali.

En ese momento, 1:00 p.m del 24 de diciembre, tanto a los miembros del Sindicato como de la Administración Municipal les fue notificado el nombramiento de Oscar Halim Revéiz, en remplazo de Juan Manuel Pulido, como gerente interventor de la empresa.

Dentro del mayor sigilo se acordaron las tareas a seguir y se distribuyeron responsabilidades. Cada uno de los directivos del sindicato fue comisionado para contactar a los comités de paro y poner en marcha el plan. La toma estaba en marcha.

Al momento de la ocupación del edificio, el ex gerente interventor, Juan Manuel Pulido, llegaba de Popayán en donde pasó la noche de Navidad. El alcalde, Jhon Maro Rodríguez, a quien el Superintendente acusó de propiciar la toma, se aprestaba a dar inicio a la cabalgata de apertura de la Feria de Cali. En los dos sitios, edificio de Emcali y Centro Empresa, de donde partía el desfile de caballistas, la tensión era general. Mientras que en el interior de la torre de Emcali, los sindicalistas asumían posiciones, para prevenir cualquier intento de desalojo por parte de la Fuerza Pública, en el extremo norte de la ciudad los jinetes se aprestaban para desfilar con sus corceles.

Una vez posesionados del edificio, los sindicalistas se distribuyeron estratégicamente en cada uno de los 17 pisos, procurando garantizar el mayor número de personas en las puertas de acceso y ajenos a lo que ocurría en el resto de la ciudad: el inicio del máximo festejo local.

Notificado de la incursión, el comandante de la Policía Metropolitana, Heliodoro Alfonso Roa, ordenó el desplazamiento de los pocos hombres disponibles que tenía -la gran mayoría estaba de servicio en la cabalgata- para que atendieran la toma del CAM. De inmediato, le comunicó la novedad al Alcalde. Comenzaron entonces a escucharse las arengas contra el Gobierno Nacional desde el interior de la sede de las Empresas Municipales. El comité de propaganda desplegó en las fachadas del edificio pendones, afiches y pancartas con consignas en contra de la privatización de la empresa.

Los primeros policías que llegaron al sitio no comprendían lo que estaba ocurriendo. ¿A quién se le ocurre tomarse un edificio público el día de apertura de la Feria de Cali? Sin embargo, montaron el cordón de seguridad y aislaron la zona. Más aún cuando en la Avenida Segunda Norte, frente al CAM, comenzaban a agruparse otros grupos de trabajadores.

Al norte de la ciudad, el Alcalde, al igual que cientos de caleños, continuaban presenciando el inicio de la cabalgata de apertura de la Feria. Las arengas y consignas que se gritaban desde las ventanas de los pisos altos, eran respondidas en la calle. Ello aumentó el desconcierto entre los caleños que el 25 de diciembre transitaban por el sector. Algunos, incluso, recordaron las imágenes que la televisión difundió de las protestas en Argentina y se atrevieron a comentar que se trataba de una protesta contra el desempleo.

A pocos metros, en la Plazoleta del Correo, otros cientos de caleños se disputaban el mejor lugar para observar el paso de la cabalgata. Y fueron muy pocos los que se percataron de que algo extraño ocurría frente al CAM, en donde, incluso, se presentaron algunas escaramuzas entre los ocupantes del edificio y los policías. El Comandante de la Policía Metropolitana, entre tanto, esperaba instrucciones del Alcalde sobre el proceder con los ocupantes de la sede administrativa de la más importante empresa de servicios públicos del suroccidente del país.

Hacia las 6:00 p.m. el Mandatario caleño llegó al sitio de la protesta y pidió entrevistarse con los directivos del sindicato. López, Hernández, y demás coordinadores de la toma autorizaron el ingreso del burgomaestre y un grupo de periodistas. Por primera vez en muchos meses Jhon Maro Rodríguez anduvo sin escoltas. Tras 20 minutos de reunión en la sala de juntas de la Gerencia de Emcali, ahora ocupada por los trabajadores, el Alcalde abandonó el edificio sin emitir palabra alguna. La ocupación del edificio no tenía reversa.

En el interior de la torre de Emcali crecían el temor y la incertidumbre por una posible acción de desalojo por parte de la Polícía. Incluso se especuló con la intervención de la Policía Militar, unidad especializada en esta clase de hechos de orden público.

Esa noche, la primera de doce transcurridas hasta hoy, fueron doblados los turnos de guardia en las puertas de acceso al edificio, en los sótanos y la plazoleta del CAM. Otras comisiones fueron desplazadas a los pisos tercero, quinto y doce en donde existen pasillos que se comunican con el edificio de la Alcaldía.

Mientras tanto una comisión designada por el Alcalde, conformada por el secretario de Gobierno, Jorge Iván Ospina; el personero, Fernando Montoya; el defensor del Pueblo, Hernando Toro, y la procuradora regional, Gloria Edith Ramírez, intentaba persuadir a los sindicalistas para que abandonaran el edificio. Sólo se logró el compromiso de que no se permitiría el ingreso de la Fuerza Pública. Casi nadie durmió esa primera noche, pues para muchos era su primera experiencia en una toma. Otros ya habían participado de la que se llevó a cabo en 1999, para pedir la reunificación de la empresa.

El 26 de diciembre, la zona amaneció con un fuerte control de las autoridades. El acceso del público a las dependencias de la Administración Municipal fue restringido totalmente. Frente al CAM comenzaron a concentrarse algunos funcionarios de Emcali y el Municipio. Volvieron las consignas mezcladas con música de Carlos Puebla y Mercedes Sosa. Ahora ya contaban con un equipo de sonido.

A las 6:00 a.m. el comité de aseo y salud inició su recorrido por cada uno de los 17 pisos, verificando la condición de sus compañeros de jornada. Al segundo día un trabajador tuvo que ser evacuado por la Cruz Roja pues presentaba dificultades para respirar. A las 9:00 a.m. todos deben estar bañados y listos para cumplir con las actividades cotidianas. Para ello fueron utilizadas las duchas existentes en los baños de algunas oficinas. Para el baño de los hombres, los trabajadores de acueducto montaron un sistema de duchas para que el baño sea por grupos.

Luego viene la distribución del desayuno, cuyo suministro se hace desde el exterior, gracias a un acuerdo firmado con el jefe de orden público del Ministerio del Interior, Orlando Parada, designado por el Gobierno para atender inicialmente el conflicto.

Cinco trabajadores fueron comisionados para preparar los alimentos que a las 7:30 a.m. 12:30 p.m. y 6:00 p.m. son ingresados al edificio, previa revisión por parte de la Policía y verificada por la Personería. Esa actividad permitió descubrir, el 29 de diciembre, seis cartuchos para revólver 38 largo que estaban ocultos en un pan.

En uno de los costados, junto a la planta de energía del edificio del CAM, fue montado un gran fogón -"la tasca de Emcali"-en donde los cinco responsables preparan los alimentos. Hasta un cerdo sacrificado en la planta de Navarro hizo parte del menú.

La noche de fin de año los ocupantes del edificio de Emcali se concentraron en las ventanas que dan hacia la Avenida Segunda Norte, para presenciar el acto de solidaridad que sus compañeros y familiares celebraron en respaldo a la toma. Así celebraron el Año Nuevo.

Tratándose de ese día, 31 de diciembre, el acto fue muy concurrido: más de dos mil personas se concentraron frente al CAM. El último discurso, uno de los más emotivos, estuvo a cargo del ex gerente Juan Manuel Pulido.

A las 12:00 p.m. sonaron las notas del Himno Nacional y de Sintraemcali, logrando conmover hasta a los policías de la seguridad. Y como si todos se hubieran puesto de acuerdo, se hizo un inmenso y prolongado silencio. ¡Feliz Año Nuevo. Viva Sintraemcali!, vociferó el pregonero a través del altavoz. Muy pocos respondieron, los demás, como si tuvieran un nudo en la garganta guardaron silencio mientras secaban las lágrimas que en la emoción del momento no pudieron contener.

Con la llegada del 2002 la toma siguió en pie. Más aun, cuando los ajetreos propios del fin de año no permitían avanzar mucho en la búsqueda de soluciones a la nueva coyuntura que afronta la empresa. En el interior del edificio todo siguió igual. Los responsables de la seguridad y vigilancia de cada una de las puertas de acceso al edificio continúan cumpliendo sus turnos de dos horas. Durante el día, en cada uno de los pisos, se dictan cursos de sindicalismo, motivación y hasta de sistemas con el fin de mantener al personal ocupado. Para dormir a piso limpio fueron dispuestas algunas oficinas y escritorios de cada piso. Hombres y mujeres lo hacen por separado.

A las 10:00 p.m., la misma comisión de salud inicia su recorrido de las mañanas, esta vez para verificar que el personal duerma.

Así, con esa cotidianidad y unas negociaciones en las que ninguna de las partes cede, han trancurrido ya trece días en el interior del edificio de Empresas Municipales de Cali, Emcali.
 

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